Historia de Pereira
La historia
de la ciudad se remonta a la época pre-colombina, en la cual la zona que hoy
comprende la ciudad estaba habitada por las tribus de las culturas Quimbaya y Pijao, ampliamente
reconocida por su orfebrería. En esta región, el mariscal Jorge Robledo fundo
la ciudad de Cartago el 9 de agosto de 1540 pero el asedio de los Pijaos o bien
razones de conveniencia económica, produjeron el traslado de dicha ciudad al
sitio que ocupa actualmente en el norte del valle del cauca, en 1961, hacia las
márgenes del rio la vieja. Entonces la región volvió a tomarse selvática y
sepulto los vestigios que quedaban de civilización.
Tiempo después, con el ideal de revivir esta
ciudad perdida, el 24 de agosto de 1863, el presbítero Remigio Antonio Cañarte
y Jesús María Hormaza Niño, entre otros, regresaron a las de la antigua Cartago,
donde establecieron unas cuantas chozas que fueron bendecidas el 30 de agosto
siguiente. Durante 6 años se llamo Cartago viejo. Pero en 1869 la municipalidad
de Cartago le dio el nombre de villa de Pereira, en honor al doctor Francisco Pereira
Martínez, quien 1816 se refugiara en la zona, junto con su hermano Manuel
Pereira, tras la derrota de las huestes patriotas
de Simón Bolívar en la batalla de Cachiri y manifestase tiempo después el deseo
de que se estableciese una ciudad en dichos predios, hecho que se cumplió seis días
después de su muerte. En los años 50, en la época de ¨la violencia¨ política partidista
en el país, Pereira se convirtió en un sitio de refugio de miles de
Colombianos, cuadruplicando su población y creando un crisol nacional que
cambio para siempre su comunidad, condensando la vocación de ciudad plural que tendría
en adelante.
En los últimos años, la ciudad ha logrado una identidad urbana y un crecimiento significativo en su nivel cultural; la integración social y el nivel de educación más alto y generalizado le están permitiendo a la ciudad un crecimiento sostenido, no solo económico, sino también cultural.
En los últimos años, la ciudad ha logrado una identidad urbana y un crecimiento significativo en su nivel cultural; la integración social y el nivel de educación más alto y generalizado le están permitiendo a la ciudad un crecimiento sostenido, no solo económico, sino también cultural.